No, no soy cantante. Soy un cancionero como hay muchos. Me considero aún el que ensaya una canción para hacer soñar a una muchacha o para dar a entender, con música, lo que siente el pueblo.
Orgullo es para mí haber sido tan pobre y haber sabido desde que tengo uso de razón, lo que es el hambre y la necesidad de trabajar. Desde mi infancia supe de la preocupación y de la falta de sueño y también desde mi infancia me di cuenta de la bondad de mucha gente. Eso me ha dado aliento para vivir y lo que voy a contarles, es parte de esa aventura pequeña que es mi vida.
De todo ha habido en mi camino y de todo quiero hablarles ahora.
Como hombre y como artista, tengo una deuda de gratitud inmensa para con todos ustedes, los que han tenido fe en mí, los que han oído en alguna ocasión alguna de mis canciones. Para un artista, eso significa demasiado…
Mis primeros pasos, mis primeras ilusiones, mis primeras amarguras y mis primeros triunfos, todo está aquí. Página tras página iré evocando para ustedes lo que ha marcado huella en mi existencia; he podido darme cuenta de que cada día el artista se debe más a su público y de que hay que trabajar sin descanso para merecer el verdadero cariño del pueblo. Ojalá y algún día alcance yo esa fortuna, la de llegar al corazón de todos con una canción sencilla, que en labios de la gente sirva para distraer, para aliviar, para alentar un poco en la batalla diaria.
Quedan con ustedes las cosas más queridas de mi vida. Si en ellas encuentran algo que les agrade, no se habrá publicado este pequeño libro en vano.
A ustedes, y a nadie más que ustedes, dedico de todo corazón estos sencillos recuerdos.